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G.
Martínez
et
col.
entre
individuos
durante
el
transcurso
de
la
infección
representa
un
problema
para
el
diagnóstico
de
la
enfermedad,
dificultando
enormemente
la
administración
de
una
terapia
específica
y
eficaz
para
la
infección
cerebral,
que
conduce
en
muchas
ocasiones
a
un
daño
cerebral
irreversible
o
la
muerte
del
paciente
(8,
9,
22).
La
mayoría
de
los
estudios
sobre
MC
llevados
a
cabo
con
este
modelo
definen
la
severidad
de
la
enfermedad
y
sus
manifestaciones
en
términos
de
días
post--infección
(19,
26).
Sin
embargo,
debido
a
la
diferencia
temporal
que
presentan
los
animales
en
la
aparición
de
los
primeros
síntomas
y
en
el
propio
progreso
de
la
infección,
unido
a
que
no
todos
los
ratones
infectados
desarrollan
la
infección
cerebral,
parece
más
indicado
clasificar
a
los
animales
de
acuerdo
a
las
manifestaciones
fenotípicas
neurológicas
que
van
adquiriendo.
Utilizando
este
último
criterio,
esta
investigación
pone
de
manifiesto
la
ventaja
de
agrupar
los
eventos
neurológicos
que
suceden
en
la
MC
en
estadios
(I--IV),
cada
uno
de
ellos
con
cambios
y
expresión
de
síntomas
y
signos
regulares,
mediante
la
evaluación
constante
de
funciones
neurocognitivas,
biológicas
y
motoras
del
animal,
estandarizando
así
un
protocolo
analítico
que,
además,
permita
la
identificación
precisa
de
los
individuos
que
desarrollan
la
infección
cerebral
de
aquellos
que
no
lo
hacen.
Varios
de
los
síntomas
asociados
a
MC
descritos
por
otros
autores
(19,
26)
fueron
observados
en
los
animales
de
nuestro
ensayo
con
EMC;
sin
embargo,
el
momento
de
expresarlos
fue
distinto
en
cada
individuo.
Los
signos
incipientes
aparecieron
en
el
día
6--7
p.i.,
mientras
que
los
síntomas
más
graves
se
observaron
entre
las
6--30
h
posteriores.
Junto
a
estos
animales
se
identificaron
y
caracterizaron
ratones
que
desarrollaban
una
infección
malárica
pero
sin
las
características
de
la
patología
cerebral,
los
cuales
presentaban
a
su
vez
progresiones
de
infección
distintas
y
con
parasitemias
que
podían
llegar
al
70%.
Esta
heterogeneidad
también
es
propia
de
la
MC
humana,
donde
solo
entre
el
2
y
el
5%
de
los
niños
infectados
desarrollan
la
forma
cerebral
(13,
15,
18).
Esta
nueva
caracterización
del
modelo
murino
permite
disminuir
la
variabilidad
fenotípica,
producto
de
la
heterogeneidad
en
la
experimentación,
y
pone
de
manifiesto
la
necesidad
de
establecer
un
buen
diagnóstico
de
MC
después
de
la
infección
que
facilite
la
evaluación
de
tratamientos
farmacológicos
que
puedan
generar
resultados
más
confiables
y
precisos.
El
artesunato
es
actualmente
la
droga
más
potente,
aprobada
y
establecida
para
ser
la
primera
opción
de
tratamiento
en
adultos
y
niños
con
malaria
severa
producida
P.
falciparum.
Se
ha
demostrado
que
el
artesunato
es
capaz
de
inhibir
tanto
las
formas
maduras
como
las
jóvenes
del
parásito
y
de
ahí
su
versatilidad
(22,
39).
Su
acción
antiplasmódica
sobre
P.
berghei
ANKA
también
ha
sido
descrita
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