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LIBROS
Como
parte
del
proceso
de
difusión
de
esta
actividad,
se
han
editado
sendos
volúmenes
donde
se
reflejan,
en
grandes
pincelados,
la
historia
del
Monasterio,
su
heráldica
y
el
proceso
de
construcción
de
las
‘nuevas
boticas’,
ahora
destinadas
a
recrear
la
atmósfera
que
debieron
tener
en
sus
momentos
de
máximo
esplendor.
El
25
de
julio
de
2009
se
inauguró
la
recreación
de
una
botica
en
la
Abadía
de
San
Xulián
de
Samos;
en
ella
se
parte,
como
base
documental,
de
un
inventario
realizado,
en
1821,
por
Juan
Vicente
Rodríguez,
el
último
de
los
monjes
que
permaneció
al
frente
de
la
botica
monacal
y
el
primero
que
ejerció
en
ella
tras
su
secularización,
y
de
la
existencia
de
tres
albarelos,
de
distinto
tamaño,
fabricados
en
alfares
talaveranos
de
finales
del
XVIII,
aún
conservados
en
el
Monasterio.
Parte
de
los
enseres
de
esta
botica,
particularmente
su
botamen
y
biblioteca,
fueron
recuperados
por
los
benedictinos
tras
su
vuelta
a
Samos
en
1880,
pero
el
pavoroso
incendio
sufrido
por
la
Abadía
en
1951,
que
obligó
a
su
reconstrucción,
produjo
daños
irreparables
en
sus
bienes
muebles,
quedando
tras
sólo
unos
pocos
testigos
de
su
anterior
grandeza.
La
‘nueva
botica’
de
la
Abadía
de
Samos
se
dispone
en
una
amplia
sala
en
la
que,
mediante
una
idealizada
escenografía,
se
ha
querido
reconstruir
el
ambiente
de
una
botica
monástica
“del
siglo
XVII
[sic]”;
para
ello
se
han
confeccionado
más
de
setenta
piezas
de
cerámica
talaverana,
adornadas
con
el
escudo
del
Monasterio
que,
junto
a
otras
piezas
de
vidrio
y
un
mobiliario
de
época,
intentan
recrear
el
quehacer
del
monje
boticario;
quizás
con
una
grandiosidad
mayor
que
la
tuviera
en
origen,
no
olvidemos
que
cuando
el
cuando
el
General
fray
Pedro
Magaña
pasó
visita
al
Monasterio,
el
15
de
abril
de
1711,
mandó
al
abad
que
el
primer
boticario
del
que
tenemos
constancia
documental,
el
lego
José
Squisani,
pasase
a
formarse
al
Real
Monasterio
de
San
Juan
de
Burgos,
en
donde
habría
de
fallecer
poco
después,
en
noviembre
de
1712;
no
volviendo
a
tenerse
constancia
documental
de
esta
botica
hasta
1775,
momento
en
que
era
regentada
por
fray
Blas
López.
Sin
duda,
el
esplendor
de
esta
botica,
que
lo
tuvo,
vino
de
la
mano
del
abad
Eladio
Noboa,
avanzado
ya
el
XVIII.
Para
la
‘restauración’
de
la
botica
de
la
Abadía
de
Oseira,
inaugurada
el
25
de
julio
de
2009,
se
ha
tomado
como
referencia
un
inventario,
realizado
en
diciembre
de
1821,
por
fray
Antonio
Benito
Pérez;
en
él
se
detallan
los
libros,
recipientes
y
útiles
de
la
botica
monacal.
De
aquel
rico
ajuar
sólo
parece
haberse
salvado
un
par
de
albarelos,
una
orza
y
un
ánfora
conservados
hoy
en
el
Museo
Arqueológico
de
Ourense,
procedentes
de
alfares
portugueses
y
datados
en
el
tránsito
del
XVII
al
XVII,
una
orza
más,
ésta
talaverana,
de
los
comienzos
del
XVIII,
custodiada
en
el
Museo
de
Pontevedra,
y
una
treintena
de
albarelos,
fabricados
en
los
talleres
de
Sargadelos
en
los
comienzos
del
XIX,
propiedad
de
la
Diputación
de
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