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VOL. 73 (2), 603-640, 2007  INFORMACIÓN ACADÉMICA

histórica, que es la presentación del Diccionario Terminológico de
las Ciencias Farmacéuticas en su versión bilingüe español/inglés.
Esta obra, como todas las grandes obras, ha necesitado un largo
tiempo para su culminación, requiriendo intenso trabajo y ayuda
económica, agradeciendo el trabajo intenso de nuestro académico
Don Alfonso Domínguez-Gil Hurlé, Catedrático de Farmacia de la
Universidad de Salamanca, de Don Enrique Alcaraz Varó, Catedrá-
tico de la Universidad de Alicante, la Doctora Raquel Martínez Motos
y de Don José Luis Castillejo de la Editorial Ariel». Señala que «las
grandes obras, como las grandes catedrales, nunca se podían culmi-
nar en el mandato de un único obispo y en este caso es necesario
destacar la ilusion, empeño y esfuerzo de mi antecesor en el cargo,
el anterior Presidente Excmo. Señor Don Juan Manuel Reol Teja-
da, ya que el gran trabajo se realizó fundamentalmente durante su
mandato».

    Seguidamente, la Doctora Miras Portugal dio paso a los discursos
del Excmo. Señor Don Juan Manuel Reol Tejada, Académico de
Número de la Real Academia Nacional de Farmacia; el Ilmo. Señor
Don Javier Puerto Sarmiento, Catedrático de la Universidad Com-
plutense de Madrid: «Los diccionarios de farmacia: Ciencia y cultu-
ra»; el Excmo. Señor Don Alfonso Domínguez-Gil Hurlé, Catedrático
de la Universidad de Salamanca: «Los límites de las ciencias farma-
céuticas», y el Ilmo. Señor Don Enrique Alcaraz Varó, Catedrático de
la Universidad de Alicante: «Aspectos del lenguaje de la farmacia»,
cuyos textos se incluyen a continuación.

    Cerró el acto la Presidenta de la Real Academia Nacional de
Farmacia, quien agradeció a todos los que participaron en el acto, en
la elaboración del diccionario y su financiación, destacando la gran
ayuda recibida de la Fundación José Casares Gil. En su discurso de
clausura, la Doctora Miras Portugal hizo una breve reseña de la
aparición del diccionario en la historia. Así, indicó que «parece ser
que el primer diccionario surge de un sobrino de Platón, al que su
tío le pidió que recogiera los términos conocidos, que luego sería
más fácil para enseñar. Y son los griegos, cuando son dominados
por los romanos, cuando hacen su primer diccionario aleatorio, con
términos para saber qué significaban algunas palabras que apare-
cían en los maravillosos textos de Homero». También comentó que:
«Nosotros damos por sentado que un diccionario va en orden alfa-

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