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GONZALO GIMÉNEZ MARTÍN AN. R. ACAD. NAC. FARM.
Pienso que en estas ocasiones en que la Real Academia promueve
estas manifestaciones de recuerdo produce sensibilidades para que
los asistentes rememoren días, hechos y anécdotas vividas junto a la
persona que se recuerda y con ellos se cree un ambiente de sosiego
y paz que se desea transmitir a aquéllos que rodearon en vida al ser
querido.
Yo conocí a Emilio Fernández-Galiano hace muchos años. Eran
mediados de los años cuarenta del pasado siglo. Por aquel entonces
el plan de estudios de la carrera de Farmacia tenía un primer curso
al que llamaban «Preparatorio», que se realizaba en la Facultad de
Ciencias. La ubicación de las diversas asignaturas se encontraba, ya
en la Ciudad Universitaria, ya en un pabellón existente en un patio
interior del conjunto en que se encontraba el Casón de San Bernar-
do. Matemáticas, Físicas y Químicas se dictaban en los edificios
recién restaurados de la Facultad de Ciencias, mientras Biología y
Geología se daban en el vetusto recinto de San Bernardo.
Como ustedes comprenderán, si tres asignaturas se realizaban en
un lado y otras dos en otro, en diferentes días de la semana, y cada
una de ellas con una periodicidad de tres horas semanales, permite
suponer la coincidencia en el mismo día de sesiones localizadas en
distintos lugares cuyas diferencias horarias obligaban a los jóvenes
estudiantes a salir, a paso ligero, desde la Ciudad Universitaria al
centro de Madrid a fin de poder asistir a las diferentes clases. Yo era
en aquel entonces uno de aquellos jóvenes.
Pues bien, los profesores que teníamos en San Bernardo desarro-
llaban su docencia conjuntamente para los alumnos de Farmacia y de
las llamadas, en aquel tiempo, Ciencias Naturales. Allí en la Universi-
dad oí por primera vez hablar de la célula y la persona que la descri-
bía se llamaba Emilio Fernández-Galiano. El primer Emilio Fernán-
dez-Galiano que conocí. Y es verdad que el recuerdo de aquellas
lecciones y de aquel hablar pausado y sosegado jamás se olvidarán.
Al siguiente curso, segundo de la carrera y primero de la Facultad
de Farmacia, en el inicio del mismo, allá por el mes de octubre, el
entonces Catedrático de Botánica, don Salvador Rivas Goday, miem-
bro de esta Corporación, daba comienzo a sus ilustrativas y pedagó-
gicas excursiones por los alrededores de Madrid y en especial por la
sierra cercana del Guadarrama con la recolecta de hongos y hele-
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