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REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA AN. R. ACAD. NAC. FARM.
macia, evento al que dedicó esfuerzos y anhelos nuestro Presidente
saliente. La Academia tendrá que hacer un nuevo esfuerzo y necesi-
tará conocer y saber qué está pasando en las de su entorno.
El Excmo. Señor Don Juan Manuel Reol, en su presentación, ha
elogiado y resaltado mis méritos, sin duda todos ustedes se han dado
cuenta de que los ha multiplicado por el factor de su afecto y de su
gran amistad, que es recíproca, pero no crean va a influenciar mis
palabras de gratitud a su persona, pues sólo diré la verdad contras-
tada por los hechos. Comenzaré diciendo que toda institución que
prospera y es capaz de adaptarse con éxito a los requerimientos de
la sociedad, necesita una cabeza lúcida y noblemente ambiciosa que
posea al mismo tiempo la capacidad de imaginar y soñar cuáles son
los nuevos retos, y con el carisma de aunar en torno a su persona
gente capaz y convencida de que la empresa vale la pena. Don Juan
Manuel ha tenido sin duda la personalidad y el carisma necesarios
para renovar nuestra institución, lo que era casi previsible por su
trayectoria profesional intachable al servicio del país, de la sanidad
y del medicamento. Miembro de múltiples academias y reiterada-
mente condecorado, por citar algún hecho singular, permítanme re-
ferirme a su espléndida labor como Primer Director General de Far-
macia en el Ministerio de Sanidad, promoviendo la Legislación que
significó la Reforma Farmacéutica del año 1978, y como Primer
Presidente del Consejo General de Castilla y León; Diputado en las
Cortes Constituyentes y Primera Legislatura, y en la actualidad Vo-
cal del Consejo Asesor de la Agencia Española del Medicamento.
Pero sobre todo hombre de bien, culto y refinado, que no desdeñó
la acción, pues como decía Baltasar Gracián: «El saber y el valor
contribuyen conjuntamente a la grandeza».
Tenga por seguro, Don Juan Manuel, que como castellano recio,
noble y de Burgos, todos los académicos echaremos de menos su
presidencia y por su buen hacer como luchador infatigable por esta
su Academia, será nuestra Institución quien atesore su memoria y
sea su deudora.
Permítanme, para finalizar, recordar las palabras de Su Majestad
el Rey Don Juan Carlos en la Sesión Solemne de Apertura del curso
2002-2003 de las Reales Academias del Instituto de España, celebra-
do en esta sede: «El Instituto de España y las Reales Academias son
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