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REAL ACADEMIA NACIONAL DE FARMACIA AN. R. ACAD. NAC. FARM.
americanas, en junio de este año en Madrid. En esas fechas nos
reuniremos las Academias Iberoamericanas y las españolas. Hoy nos
acompañan los Presidentes de la Real Academia de Farmacia de
Cataluña, de la Academia de Farmacia de Galicia, de la Academia
Iberoamericana de Sevilla y Granada y de la de Santa María de la
Región de Murcia, después de haber tenido una mañana de trabajo
compartiendo ideas y objetivos con ellos.
Me parece de excepcional importancia que, en seguimiento de la
Declaración de Valparaíso, las ciencias farmacéuticas, que se estu-
dian y cultivan en nuestras Academias, se asomen al mundo hablan-
do español para dejar constancia del valor de nuestro esfuerzo en
pro de la ciencia y de la salud. A la vez, con las Academias Iberoame-
ricanas, reflexionaremos sobre nuestro pasado histórico para pro-
yectarnos hacia este mundo nuevo y difícil del siglo XXI.
Me voy orgulloso y tranquilo:
Orgulloso por los resultados obtenidos, pero, sobre todo, por el
esfuerzo y el empeño puesto al servicio de la Academia.
Orgulloso por haber aprovechado la oportunidad única de presi-
dir una de las ocho Reales Academias del Instituto de España, para
contribuir a llevar a la Real Academia Nacional de Farmacia al lugar
de privilegio que por su historia y la excelencia del trabajo de sus
miembros se merece.
Orgulloso por el respaldo que siempre he tenido de las Juntas de
Gobierno, desde la primera a la última celebrada, y por las muchas
señales de afecto de mis compañeros.
Me voy tranquilo. Permítanme un rasgo de humor. A partir de
cierta edad... y en las Academias, la tranquilidad, como la salud, es
«un estado transitorio que nada bueno presagia». En todo caso estos
versos describen muy bien mi estado de ánimo:
«Ahora mismo
hay sosiego en el rumor del viento
y los pájaros duermen en sus nidos».
Tranquilo, porque la Academia ha alcanzado su velocidad de
crucero.
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