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M.C. FRANCÉS Y M.J. ALIAGA  ANAL. REAL ACAD. FARM.

        El día 23 de abril de 1756, al haberse agotado los ejemplares de la
“Pharmacopea Matritense”, Lerma propuso que “se reimprimiese” y la
Junta Particular acuerda que el “Director practique” cuantas diligencias
sean necesarias, tanto “en el Consejo Real como en el tribunal del Real
Proto-Medicato”, a fin de obtener permiso “para reimprimir dicha
Pharmacopea” (17). Días después, la misma Junta aprueba un memorial
redactado por su Director, que firman todos sus integrantes, mediante el
cual “suplica” nueva licencia y privilegio para poder reeditar la
Pharmacopea Matritense y para que se le conceda “al mismo tiempo la
facultad de hacer las adiciones y correcciones” que el Real Tribunal del
Protomedicato juzgue” convenientes, según el estado en que se halla la
Medicina en España” y el método seguido “en las Cortes mas cultas de
Europa en esta especie de obra”. El Colegio presentará oportunamente las
referidas modificaciones a dicho Tribunal “para solicitar su aprobación”.
Dado que ya no queda “ejemplar alguno” de “la Impresión de la
Pharmacopea”, la cual “están pidiendo de varias partes del reino los
profesores de Medicina, Cirugía y Pharmacia” y considerando, por otra
parte, que desde la fecha de su primera edición es preciso añadir “varias
cosas” y “reformar” otras –“como regularmente sucede en las obras de
esta naturaleza por los varios descubrimientos” surgidos “de la
observación, y experiencia”-, el Real Colegio de Boticarios pide a los
responsables del Real Tribunal del Protomedicato “la continuación de su
protección generosa” (18).

        En respuesta al memorial presentado por la Corporación, el
primero de mayo de 1756, se le encomendaba la misión de revisar,
imprimir y vender la segunda edición de la Farmacopea Matritense. Dos
días después, el Director lo comunicaba a la Junta Particular señalando
que el Real Tribunal del Protomedicato habría de supervisar la obra antes
de sacarla a la luz pública “cediendo el usufructo que ella diese” para
cubrir el coste de su impresión, y para la “conservación del Jardín
Botánico y demás gastos” que tuviera el Colegio. Éste obtenía así unos
beneficios que pertenecían de derecho a la Real Hacienda y que invertiría
principalmente en el mantenimiento del Jardín Botánico de que disponía
en su sede de la calle Barquillo. Se acordó en esa Junta que de las
correcciones y adicciones se encargaran los Colegiales Juan Bayo y

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