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E. FERNÁNDEZ GALIANO  ANAL. REAL ACAD. FARM.

D. Manuel Martel San Gil, el Geólogo

EXCMO. SR. D. EMILIO FERNÁNDEZ-GALIANO
                  Académico de Número

Señoras y señores Académicos,

Señoras y señores:

        Allá por los años cuarenta, la Universidad española era mucho
más redudida que ahora, que recientemente ha adquirido un tamaño ya
incluso desmesurado. Tanto, que las últimas estadísticas fiables elevan a
64 el número de centros de enseñanza superior en España.

        Primero, eran las clásicas Universidades tradicionales de las
grandes poblaciones. Después, las de las capitales de provincia. Más
tarde, se empezaron a duplicar (o incluso triplicar) las de las grandes
poblaciones donde, no obstante, ya existían universidades tradicionales. Y
más tarde, se crearon incluso en ciudades que ni siquiera son capitales de
provincia. Conocida es la definición de algún notable pensador de las
ciudades tranquilas y relajantes que invitaban al estudio, al reposo y a la
meditación: eran las que tenían obispo, pero no tenían gobernador. Ahora
podríamos cambiar esta ingeniosidad diciendo: las ciudades que tienen
obispo y rector, pero que no tienen gobernador, aunque sí tienen alcalde,
al menos por el momento.

        Carecemos todavía de una proyección de futuro para determinar si
esta proliferación es o no buena, aprovechable y si va a generar los
resultados que, con buena lógica, los gobernantes (y los gobernados)
esperan de ella. Pero hoy nos reunimos aquí para recordar a un académico
fallecido, Manuel Martel San Gil, un típico universitario, producto
simbólico de aquella época en la que, dentro de la escasez y las
dificultades inherentes a los centros de enseñanza superior, brotaron
hombres singulares que mantuvieron a muy altos niveles el prestigio y la
eficacia de algunas de las nuevas universidades nacidas, paradójicamente,

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