El químico farmacéutico (doctor) Juan José Olivero Muñoz (Buenos Aires, 1921-Montevideo, 1993) fue uno de los destacados profesionales de la docencia e industria farmacéutica uruguaya. Ejerció como técnico en los laboratorios Athena; EMAR (Eduardo Márques Castro S. A.) y Dispert. Especialista en antibióticos, desarrolló asimismo distintos productos. Estudió la cloromicetina, publicando en Anales de la Asociación de Química y Farmacia del Uruguay y Chemical Abstracts. Fue autor de trabajos sobre hidrotropización en tecnología farmacéutica; valoración química del elixir de clorhidrato de difenhidramina y solvotropización de hormonas esteroides. Escribió varios capítulos de la enciclopedia Farmacotecnia teórica y práctica, texto de referencia. Presidió la Asociación de Química y Farmacia del Uruguay y fue docente de la Facultad de Química en varias asignaturas, principalmente Farmacotecnia, siendo catedrático y consejero de dicha facultad. Desde 1966 y hasta su fallecimiento, fue académico de la Real Academia Nacional de Farmacia (España), honor al que pocos químicos accedieron por nuestro país. Fue reconocido luego de su fallecimiento, como uno de los prohombres de la profesión en Uruguay.
Palabras clave: Farmacotecnia; revisión histórica; Farmacia Uruguaya
ABSTRACT:
Pharmaceutical chemist (doctor) Juan José Olivero Muñoz (Buenos Aires, 1921-Montevideo, 1993) was one of the outstanding professionals in the uruguayan pharmaceutical teaching and industry. He worked as a technician in the laboratories Athena; EMAR (Eduardo Márques Castro S. A.) and Dispert. A specialist in antibiotics, he also developed different products. He studied chloromycetin, publishing in Annals of the Uruguayan Chemistry anf Pharmacy Association and Chemical Abstracts. He was author of papers on hydrotropization in pharmaceutical technology; chemical titration of diphenhydramine hydrochloride elixir and solvotropization of steroid hormones. He wrote several chapters of the encyclopedia Theoretical and practical Pharmacotechnics, a reference text. He was president of the Uruguayan Chemistry and Pharmacy Association and was a professor and advisor of the Faculty of Chemistry in several subjects, mainly Pharmacotechnics. From 1966 until his death, he was a member of the Royal National Academy of Pharmacy (Spain), an honor to which few chemists had access in our country. After his death, he was recognized as one of the leading figures of the profession in Uruguay.
Keywords: Pharmacotechnics;historical review, Uruguayan pharmacy
1. INTRODUCCIÓN
En 2021 se cumplieron cien años del nacimiento del doctor Juan José Olivero, químico farmacéutico que fue miembro de la Real Academia Nacional de Farmacia. Su múltiple actividad como docente e investigador, así como en la industria farmacéutica, hacen que forme parte de la historia de la química y farmacia uruguayas. Fue uno de los profesores sudamericanos reconocidos, cuya memoria no debe mellar el paso del tiempo. En este trabajo se trazan las aristas fundamentales de lo que fue su vida y obra en pro del desarrollo de la profesión en el Uruguay.
2. INFANCIA Y JUVENTUD
Juan José Olivero Muñoz nació en Buenos Aires (Argentina), el 4 de junio de 1921. Sus padres fueron José Juan Olivero y Ana Muñoz. José era argentino, hijo de Giuseppe Olivero, un inmigrante italiano y Ana, española, nacida en Málaga. Sus recuerdos infantiles eran de los barrios Avellaneda y Barracas, así como del parque Lezama. Siendo niño, por motivos laborales su familia se trasladó a Montevideo en 1927, arribando en el barco Ciudad de Montevideo. Estudió en el colegio Sagrada Familia en donde tuvo, entre otros profesores, al reconocido Hermano Damasceno (H. D.), autor de libros clásicos libros de historia (una calle en el barrio de la Aguada homenajea su memoria). De niño Juan José residió en la Aguada. En su juventud siguió muy de cerca la Segunda Guerra Mundial, y quedó grabada en su memoria la Batalla del Río de la Plata (1939), recordando el hundimiento del acorazado Graf Spee frente a las costas de Montevideo. Vivió con sus padres en Caridad 1103, hoy Alejandro Fiol de Pereda, a pocos metros de avenida Joaquín Suárez, barrio del Reducto. Cursó el bachillerato en el Instituto Alfredo Vásquez Acevedo. Ya en facultad, fueron sus compañeros más dilectos Federico Pollini (entrañable amigo), Fivaller Bassagoda (luego decano interventor), María Llera (ejerció en Tala, departamento de Canelones), Esperanza Píriz (religiosa y docente de Química), y su novia María Esther Troise (quien ejerció en farmacias en Punta del Este y Nueva Palmira, y fue profesora y fundadora del Liceo Mariano, ubicado en el Prado).
Brillante estudiante, realizó cursos que excedían a los requeridos por el Plan 1932. Cursó con el doctor Villar Química Coloidal en los años 1939 y 1940, y realizó otros cursos con destacados profesores en los años 40 y 50. Se graduó de químico farmacéutico en diciembre de 1944. Por sus calificaciones, el Consejo Central Universitario en sesión del 7 de marzo de 1945 lo exoneró del pago de los derechos del título (por entonces los títulos se pagaban).
Se casó en 1948 con María Esther Troise, residiendo en el barrio Pocitos, en un apartamento de la calle Coronel Alegre 1282 bis, donde en 1951 naciera su hijo Mario. En 1960 la familia pasó a residir en el Paso de las Duranas (Prado), en camino Castro 832, en casa de dos plantas que la familia Troise construyó en propiedad horizontal. Allí nació su hijo, Roberto, en 1961. Debe consignarse que obtuvo la ciudadanía uruguaya, aunque viajaba a Argentina frecuentemente por razones laborales.
3. ACTIVIDAD EN LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA
Trabajó en el Laboratorio Athena, fundado por el químico farmacéutico Antonio Peluffo (decano de la facultad entre 1935 y 1938). En los 50, trabajó en el laboratorio EMAR (Eduardo Márques Castro S. A.), hasta 1958, dónde fue director técnico.
Un hecho significativo ocurrió en aquellos tiempos. Corría el año 1955. Un niño de tres años y medio ingresó al Instituto de Clínica Pediátrica y Puericultura del Hospital Pereira-Rossell, el 24 de marzo. Presentaba dolores abdominales, respiración estertorosa y convulsiones generalizadas, por ingestión accidental del analgésico Irgapirina, estimándose que probablemente hubiera tomado 16 comprimidos. Un caso típico de intoxicación. Pero no había forma de poder dosificar el nivel sanguíneo de la droga que lo constituía, la fenilbutazona, al no existir un estándar en plaza que permitiera el análisis espectrofotométrico del nivel de la droga. Olivero, trabajando en EMAR en una única jornada de siete horas de trabajo, pudo desarrollar un método de extracción de la droga de los comprimidos, que permitió utilizarla como estándar y así aplicar el citado método instrumental de valoración del tóxico. Al detectar que el nivel continuaba alto en la sangre del niño, se decidió por parte de los médicos la exsanguinotransfusión y aplicación de purgante de sulfato de magnesio. Así, los doctores salvaron la vida del niño, que el día 27 estaba ya lúcido y con buen apetito. El niño se llamaba Juan, como él. Posteriormente a este trabajo se publicó en el Journal of American Medical Association un ensayo semejante, pero al momento en que se necesitó para el caso citado la información no estaba disponible aún, lo que habla de su capacidad de adelantado, que demostró en varias ocasiones. La nota del caso se publicó en los Archivos de Pediatría del Uruguay, que fundara el doctor Luis Morquio. Juan José Olivero se refería a esta publicación como “nota inédita y de carácter menor, pero de la cual me siento muy satisfecho, ya que ayudó a salvar una vida”.
Figura 1. El químico farmacéutico Juan José Olivero en un laboratorio en la ciudad de Montevideo
En otro caso, su gran conocimiento de los fenómenos químicos y sus aplicaciones permitió que salvara a un compañero de trabajo de apellido Varela, de la pérdida de la visión. Se trató de un accidente laboral en donde esta persona sufrió una importante quemadura en un ojo, con hipoclorito de sodio, trastorno solucionado con la inmediata realización y aplicación de una solución de ácido ascórbico.
Luego de retirarse de EMAR, trabajó en Laboratorios Dispert, en avenida general José Garibaldi y Cornelio Cantera (La Blanqueada) y fundado por los farmacéuticos Enrique Dotta, Juan Antognazza y Modesto Lage en 1927. Allí desarrolló la mayor parte de su carrera. Era asesor técnico desde 1958, fue jefe de producción, y ya a más de una década de su ingreso, pasó a ser director técnico, hasta su fallecimiento en 1993.
En 1961, Dispert ocupaba a 212 funcionarios: diez químicos farmacéuticos, tres médicos, un veterinario y 198 obreros y empleados. Producía 170 especialidades opoterápicas, hormonales, químicas, vitamínicas y antibióticas. Fabricaba con licencias exclusivas para Chas. Pfizer & Co. de Estados Unidos (entonces el mayor productor de antibióticos del mundo), E. Merck de Alemania (era en ese momento la única firma que lo hacía sin pertenecer a Merck), Öesterreichisches Institut de Austria y Roskilde Medical Co. de Dinamarca.
Producía además productos no farmacéuticos, como el cuajo en polvo, indispensable para la fabricación de quesos. Eran comprados los estómagos vacunos y una vez extraído el cuajo se vendía para la elaboración de quesos, y la producción cubría las necesidades de Uruguay, exportando a Argentina. Producía bacterias nitrogenantes, para desarrollar praderas artificiales, siendo Dispert el único que lo hacía, con calidad certificada por la estación experimental La Estanzuela, del Ministerio de Ganadería y Agricultura, y por FAO. Finalmente, producía la llamada “leche maternizada líquida”, por el sistema Stabil (alimento para lactantes, se le conocía también como “leche estable”), lo cual fue una innovación. Por otra parte, Dispert era el único laboratorio que realizaba la determinación de embarazos por la reacción biológica de Zondeck, lo que hacía desde 1930 en forma gratuita para el Ministerio de Salud Pública (MSP). También era el único que realizaba determinaciones hormonales, que eran asimismo gratuitas para las dependencias del citado ministerio. Proveía de animales de ensayo provenientes de sus propios criaderos, a los distintos servicios estatales, gratuitamente. La actividad del laboratorio se repicaba a industrias anexas, al requerir el trabajo de fábricas de envases de vidrio y plástico; cierres de corcho; cartonería e imprentas, dando así trabajo a muchas personas.
Se fabricaban en ese entonces foliculina, progesterona, salicilato de sodio, digitalina, Pancreobil (digestivo), Codipán (jarabe para la tos), y los antibióticos penicilina y multicilina. Entre las preparaciones vitamínicas figuraban: Vitamina B 12, Vitamina A, Vitamina B1, Vitamina C, Vitamina D y complejo B inyectable. En 1962 el laboratorio comercializaba productos tales como Indopert (antiinflamatorio), Fantetra (antimicrobiano), Cygastrin (digestivo), Paciten (tranquilizante), Progón (hormonoterapia) y Hematón B12 (reconstituyente energético que tenía asimismo una presentación veterinaria para suministrar hierro a lechones), entre otros. Bellargotina (regulador del tono neurovegetativo), Citrato de sodio (digestivo), Tirotricina (gotas nasales, luego Neotricina), Evacuante (para tránsito digestivo), Dispert-Sal y otros, eran productos que, como la mayoría de los que el laboratorio fabricaba, estaban en el botiquín domiciliario. El laboratorio desarrolló una diversificada línea de productos y se colocaba en una interesante posición dado el prestigio de sus licencias y los mercados a los que accedía. A la vez, realizaba investigación para preparar nuevos fármacos o mejorar los ya producidos.
Figura 2. En actividad profesional de difusión, fotografía en Laboratorios Dispert
En los años siguientes, entre los productos que tuvieron más repercusión figuraban Néctar Sweet (edulcorante); Capixidil (para crecimiento del cabello); Nutrimental (complemento proteico alimenticio) y Dispertina (lecitina vegetal para protección arterial). Tal vez motivada por la presentación de Dispertina, haya sido uno de sus últimas apariciones en prensa, en el lanzamiento de este medicamento para prevención de arterioesclerosis a través de la disminución del colesterol, siendo entrevistado para el periódico El País con aparición de su fotografía, el 26 de diciembre de 1988.
Era su especialidad la elaboración de antibióticos. También realizaba preparaciones farmacéuticas con oro, de delicada elaboración, que exigían en él particular concentración, por lo cual los días en que se elaboraban eran especiales. Recordando el ambiente de aquel laboratorio, resaltaban unos enormes recipientes llamados “pailas”, en donde se revestían los comprimidos previamente elaborados en sus respectivas máquinas compresoras, o bien se elaboraban grageas. Se elaboraba una exquisita manteca, en enorme batidora. La revista infantil Charoná realizó una nota en 1971, con fotografías del director técnico en visita guiada, apreciándose las zonas de mezcladores; estufas para secar los granulados; máquinas de comprimidos y copones de revestimiento (las mencionadas pailas). La nota también mostraba ratas blancas criadas para experimentación de nuevos medicamentos, y cobayos, también utilizados en pruebas. El bioterio tenía también sapos.
La empresa disponía de un predio rural ubicado en San Jacinto, departamento de Canelones, donde se mantenía un plantel de equinos, ya que la orina de yegua preñada se utilizaba para extraer una hormona, y había allí una fábrica de quesos.
Entre las tareas de Olivero figuraban las visitas de los médicos recién recibidos, actividad que se realizaba para difusión de la tarea del laboratorio. Eran visitas guiadas en donde se mostraba la fábrica y se ofrecía a los nuevos profesionales un lunch.
Eran temas de conversación familiar los distintos y a veces dificultosos problemas laborales. A todo se pasaba revista, ya que no se podía desligar de lo acontecido en el día. Y es así que en los escasos momentos de descanso (era un hombre extremadamente trabajador, se puede decir que vivió y murió trabajando), surgían los nombres de don Enrique Dotta; Héctor Antognazza; Carlos Lage; Carlos Giavi; Luis D’Acosta; Alfonso Lasarte; Benigno Anido; el microbiólogo Carlos Batthyány; el veterinario Jorge Amaro; Raquel Antognazza; María Mercedes Pietra de Dotta; María Isabel Suiffet; Horacio Torres; María Teresa Barbieri; y Stella Tolve, entre varios. El químico Luis Guastavino era vecino y amigo personal y luego de trabajar en el laboratorio EMAR, trabajó con él en Dispert. Cristina Ramponi y Celia Happel también trabajaron con él en Dispert.
4. LA LABOR DE INVESTIGACIÓN
Los antibióticos fueron motivo de sus investigaciones. Estudió la cloromicetina (1950), investigación que llevó importante búsqueda bibliográfica que incluyó correspondencia con referentes investigadores del entonces reciente antibiótico. Habían pasado muy pocos años del descubrimiento por Ehrlich y sus colaboradores, del antibiótico cloromicetina (cloranfenicol), en 1947, cuando en 1951 Olivero publicó su trabajo sobre la preparación del cloranfenicol inyectable. Evaluó así posibles sustancias capaces de solubilizarlo para su administración a pacientes graves, incapaces de ingerir oralmente. El trabajo, presentado en Anales de la Asociación de Química y Farmacia del Uruguay (1951) y como resumen en Chemical Abstracts (1952), fue referenciado en libros técnicos extranjeros, ya que en el texto de Silvano Casadio era citada la preparación de cloranfenicol bajo forma de solución acuosa al 30% de antipirina.
En su publicación sobre hidrotropización en tecnología farmacéutica (1960), daba ejemplos de hidrotropización (disolución de los fármacos), en base a experiencias originales. Publicó en 1962 un trabajo sobre la valoración química del elixir de clorhidrato de difenhidramina. Realizó estudios sobre solvotropización de hormonas esteroides (1965), término que refiere a la disolución de un fármaco en un vehículo no acuoso, por ejemplo, aceite. Su trabajo planteaba la problemática de que dicho fármaco -que podía ser una hormona que el paciente necesitara que se le administrase- fuera poco soluble en aceite. Así, describió solventes que permitieron disolver un 50% de testosterona para uso en pacientes con cáncer.
En las Jornadas Farmacéuticas y Bioquímicas rioplatenses presentó varios trabajos originales, entre ellos Determinación de HLB del palmitato de axeroftol (1967) y Acción protraída por vía oral, experiencias (1968, con Hugo Pereira). Debe agregarse en su labor de investigación, la ya citada nota sobre fenilbutazona, de tanta trascendencia humana.
5. PUBLICACIONES DE DIVULGACIÓN CIENTÍFICA
Sus trabajos se refirieron a la cloromicetina; sustancias químicas y cáncer; química de la inmunidad; dolor y analgésicos; bentonitas coloidales y sus aplicaciones farmacéuticas; alginatos y sus aplicaciones; isonicotinihidrazida y su empleo quimioterápico; progresos químico-farmacéuticos realizados en 1951; progresos en sustancias anti-infecciosas; ultrasonido y sus aplicaciones modernas, y pirógenos (sustancias que producen fiebre). Publicaba en las revistas Química y Farmacia, Anales de la Facultad de Química y Farmacia del Uruguay, Industria Farmacéutica y Bioquímica, y Revista Farmacéutica (Argentina). En 1964 publicó un estudio sobre solubilización en farmacotecnia, donde analizaba los posibles caminos para lograr la solubilización de fármacos, tema sobre el que había trabajado experimentalmente. Los temas bibliográficos le interesaban sumamente, y en 1954 un informativo de la biblioteca de Facultad de Química y Farmacia publicaba un trabajo suyo, llamado Primer ciclo de capacitación bibliográfica para el químico farmacéutico. También debe citarse Novedades Farmacéuticas, donde se refería a temas de actualidad en aquel tiempo: medios de cultivo para virus de la poliomielitis; usos farmacéuticos y terapéuticos de los agentes quelatantes; virus y cáncer; nuevo método de recubrir comprimidos y obtención industrial de nuevos derivados de lanolina. No obstante, el alcance de estas notas, fue su logro más trascendente en materia de divulgación la publicación de un libro que compendiara la farmacotecnia como disciplina, lo que se logró en la enciclopedia editada en 1981 por el químico argentino José Helman. La misma se denominó Farmacotecnia teórica y práctica. Allí escribió varios capítulos: soluciones y solubilidad; agua con fines farmacéuticos; solventes no acuosos solubles en agua; polvos; píldoras; recubrimientos de comprimidos y formas farmacéuticas para aplicar sobre la piel.
Debe considerarse su participación en la enciclopedia (de varios tomos), como su obra magna.
6. OTRAS ACTIVIDADES ACADÉMICAS. CONFERENCISTA DESTACADO
En cuanto a otros aportes en la profesión, ocupó diversos cargos profesionales, pues fue miembro en varios ejercicios, del Consejo Directivo de la Asociación de Química y Farmacia del Uruguay, desde 1950. Su fotografía estuvo en la portada del vespertino El Diario, el 11 de noviembre de 1958, al pronunciar un discurso en el acto de conmemoración del 70 aniversario de dicha asociación, que presidió en el bienio 1958-1959 (era miembro desde 1945). En ese año se realizó la Semana Farmacéutica que incluyó una visita a la empresa ANCAP por varias personalidades entre las que estaba.
Fue miembro del Consejo Directivo de la Agrupación Universitaria del Uruguay, gremial que abarca todas las profesiones universitarias (1957-1958). Integró, en 1951, la Comisión Organizadora de la Primera Convención Nacional Químico-Farmacéutica.
Fue co-fundador de las Jornadas Farmacéuticas y Bioquímicas Rioplatenses, que tuvieron lugar desde 1959. En las correspondientes a 1960 (II) realizadas en la Facultad de Química, participó con otros colegas en una exposición y discusión sobre Factor intrínseco. En las de 1962 (IV), disertó sobre La formulación en las especialidades farmacéuticas y en 1963 (V), viajó a Rosario (Argentina) en donde además de presidir la delegación uruguaya, disertó sobre Génesis y evolución de las especialidades farmacéuticas. Ese año también fue a Río de Janeiro, a la II Conferencia Interamericana de Industria Químico-Farmacéutica. En 1964 concurrió a las jornadas que se hicieron en Paysandú (Uruguay); en 1965 a La Plata (Argentina) y en 1967 a Buenos Aires, su ciudad natal, en nuevas ediciones de las jornadas. En 1968 las jornadas se realizaron en Punta del Este, y dictó la conferencia Los antialimentos. En 1984 concurrió a la XIII edición en Buenos Aires.
Figura 3. Dictando la conferencia Génesis y evolución de la especialidad farmacéutica (Rosario, Argentina), 18 de julio de 1963
Visitó Córdoba en octubre de 1969 para disertar sobre Estabilidad e incompatibilidad, en el V Congreso de Farmacia y Bioquímica. Otras conferencias suyas fueron La nueva química en el mundo actual (Buenos Aires, 1959); Los recientes progresos en la industria farmacéutica y su aplicación en Uruguay (Asunción, 1962); La solubilización en farmacotecnia (Buenos Aires, 1963), y Los sistemas dispersos y sus aplicaciones farmacéuticas y bioquímicas (Buenos Aires, 1965), ciclo de tres conferencias en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de dicha ciudad. Concurrió a las VI Jornadas de Farmacia Hospitalaria (Buenos Aires, 1973). En 1975 fue designado miembro observador para el VI Congreso Farmacéutico y Bioquímico Argentino, realizado en Mar del Plata.
Defensor y difusor de la profesión del químico farmacéutico, no perdía oportunidad de transferir sus conocimientos. En 1960 pronunció una conferencia denominada La profesión de químico-farmacéutico, irradiada por Radio Nacional en el programa Hora Universitaria. También dictó cursos para visitadores médicos en el Centro de Viajantes del Uruguay, y realizó guiones de audiovisuales entre otras tareas relativas a este punto. En sus últimos años, disertó en 1988 en el VIII Congreso Sudamericano y X Congreso Uruguayo de Administradores de Servicios de Salud.
Figura 4. En el estrado, con la bandera uruguaya. V Jornadas Farmacéuticas y Bioquímicas Rioplatenses (Rosario, Argentina), julio de 1963
Dirigió entre 1949 y 1955 la revista Química y Farmacia. Fue socio correspondiente de la Asociación Farmacéutica y Bioquímica Argentina; miembro honorario de la Academia Argentina de Farmacia y Bioquímica; socio correspondiente del Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Capital Federal (Argentina) y socio correspondiente del Colegio de Farmacéuticos Nacionales de Rosario (Santa Fe). Desde diciembre de 1966 y hasta su fallecimiento, fue académico de la Real Academia Nacional de Farmacia (España), cargo de altísimo honor que pocos uruguayos alcanzaron y que debe consignarse como uno de los galardones principales de su carrera. Fue nombrado miembro correspondiente en 1966, y en 1974 por fallecimiento de Juan Ángel Capra se le nombró delegado.
El MSP lo designó para distintas tareas, como asesorar sobre leyes de medicamentos (1959). También fue nombrado para la Comisión de Lisado de Corazón (1960), producto revitalizante desarrollado por el químico farmacéutico Federico Díaz, que generó en su momento gran polémica. Asesoró asimismo sobre sistemas impositivos de perfumería y tocador, tarea para la cual fue designado en 1961.
7. UNIVERSITARIO EN TODAS LAS DIMENSIONES
Su labor docente se inició en 1941, siendo ayudante de Química Orgánica, y asimismo ayudante-preparador de Farmacia Química , cargo este que ocuparía también en 1942 y 1944. Intervino en la elaboración del Plan de Estudios de la Facultad de Química y Farmacia (era presidente de la Comisión de Plan de Estudios y Título), presentándolo en la Primera Convención Nacional Químico-Farmacéutica en 1951. En 1952 fue encargado del curso de Bibliografía Química. También se le encargó el dictado de los temas de bibliografía en Física 1º. En 1956 y 1964 se encargó interinamente del dictado de clases de Química Farmacéutica. Luego, por concurso de méritos, fue designado profesor titular de Práctica e Industria Farmacéutica, actuando en ese cargo entre 1958 a 1965. Por oposición y méritos obtuvo en 1960 el cargo de profesor titular de Farmacia Galénica, que también desempeñó hasta 1965. Fue profesor titular de Farmacia Industrial, entre 1963 y 1965. En 1966 hubo fusión de cátedras y obtuvo por méritos el cargo de profesor titular de Farmacotecnia, nombre que recibió la nueva cátedra.
Desde 1974 fue profesor encargado del curso de Tecnología General, en tanto que entre 1975 y 1980 fue profesor supervisor de la cátedra de Química Analítica de Medicamentos. Fue profesor de Tecnología Farmacéutica. Desde 1981 dictó Biofarmacia. También se encargó de la organización y disertaciones varias en los cursos de Farmacia Hospitalaria (1978-1979).
Dictó varios cursos de posgrado, ente ellos Tecnología de Comprimidos Farmacéuticos (1960) y Preparaciones Inyectables (1962, ambos en la Facultad de Química) y Estabilidad de Medicamentos (Agrupación Universitaria del Uruguay, 1962).
Figura 5. Olivero rodeado del decano de la Facultad de Química Ituzaingó Alvariza (con papel en sus manos), y los colegas Justo Menes (a su derecha); Héctor Antognazza y Cayetano Cano (de túnica) a su izquierda.
Para reflejar la valoración que tuvo su tarea, véase el acta de la sesión del Consejo de la Facultad de Química del 14 de abril de 1966:
Sr. Sáenz. – Desde que el Prof. Olivero se hizo cargo del grupo de cátedras que se ha reunido en una sola, a pesar de las dificultades que surgían de la organización de varios cursos diferentes de planes de estudio también diferentes, que tenían que dictarse paralelamente, se puede apreciar el neto rendimiento del esfuerzo cumplido, al punto de que en un lapso relativamente corto se comiencen trabajos de importancia en los que colaboran alumnos. A la materia se le da un enfoque apropiado a una asignatura que está en 4to.y 5to. año. Los alumnos, luego de los trabajos de información que hacen en los primeros años, deben ir progresivamente introduciendo problemas en sus trabajos y saliendo de la rutina. Eso es justamente lo que se ha ido cumpliendo en esta materia, se introduce la problemática, hay que pensar y valerse de habilidad y experiencia para hacer las cosas. No se dan recetas, a diferencia de lo que ocurría antes en esta materia.
También corresponde señalar el nivel alto, brillante y moderno de las clases expositivas del Prof. Olivero.
[…]
Sr. Decano. – Cuando se trata de la reelección de un profesor como Olivero resulta difícil, aún extendiéndose, expresar todo lo que vale el profesor. Desde que Olivero ha accedido a la docencia se ha destacado su actuación de manera muy especial en la enseñanza de la Química Farmacéutica.
El Prof. Olivero es excepcional en todos los aspectos; su actuación es reconocida por todos, y sumamente complacidos vamos a votar la reelección de un profesor de esta categoría.
[…]
Sr. Azzato. -Es difícil encontrar más aspectos de los señalados para elogiar la actuación del Prof. Olivero. Su reconocida capacidad técnica y su gran vocación por la docencia lo han hecho uno de los profesores más destacados de nuestra Facultad. Por estos fundamentos voto afirmativamente su reelección por un nuevo período reglamentario.
[…]
Sr. Decano. -Voto afirmativamente la reelección por un nuevo período reglamentario del Prof. Juan José Olivero como Profesor titular de Farmacotecnia por considerar que el Prof. Olivero es un docente inteligente y capaz, un profesor integral.
El decano en 1966 era el químico industrial Ernesto Onetto. Luego del tratamiento de este punto en el orden del día, debió Olivero entrar a sala pues era miembro del Consejo de la Facultad (lo fue en distintos períodos de las décadas del 50 y 60). Perdió su cargo de consejero en el quiebre institucional, Intervención universitaria de octubre de 1973.
De su mundo de relaciones en facultad, llegan a la memoria los profesores Uberfil Delbene (de resaltable tarea en el Laboratorio Dermur), Hugo Pereira (quien también trabajó en el Laboratorio Athena y fue presidente de la Cruz Roja uruguaya), Verquin Bedigian y Beatriz Vanni. Pero resuenan también los nombres de la hora de la cena: Capra, Sáenz, Saredo, Alvariza, Juanito Rodríguez Réguli, Onetto, Otto González Correa, Castiglioni, Dauría, Pizzorno, Carlos Píriz (decano destituido por la dictadura militar); José Delfino Lema (decano interventor), Eduardo Manta (quien sería decano años más tarde), y otros, que estaban sobre la mesa.
Siendo profesor de Tecnología, inducía a sus alumnos a realizar monografías de temas en los cuales tuviera aplicación el estudio de procesos. Allí figuraron insecticidas, aceites comestibles, hormonas vegetales, pinturas, preparación de aceitunas, almidones, amilasas, color, caseínas, biogás, etcétera. En el curso se visitaban fábricas, sufriendo un accidente en la desaparecida aceitera Torino, ubicada en el barrio Cerrito, en 1978, que lo tuvo imposibilitado un corto tiempo.
Fue jefe de redacción de la revista Anales de la Facultad de Química y Farmacia del Uruguay, entre 1953 y 1959. Más adelante fue uno de los coordinadores de redacción de dicha revista. Fue delegado a la Asamblea del Claustro de la Facultad (1948 a 1965) y miembro del Claustro Central de la Universidad de la República (1958), año éste de aprobación de la Ley Orgánica universitaria. Integró tribunales tanto en facultad como en el Hospital de Clínicas Dr. Manuel Quintela; Sanidad Militar y en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de Buenos Aires.
Fue decano interino, pero por circunstancias de la vida universitaria, nunca pudo acceder efectivamente al decanato de la facultad, cuando tenía sobrados merecimientos para hacerlo. En 1975 fue nombrado doctor en Química Farmacéutica por competencia notoria.
Luego de su fallecimiento, fue reconocido al cumplirse en 2004 los 75 años de la facultad: se valoró su aporte de profesor de dicha facultad, a la industria farmacéutica de nuestro país. Los químicos Moyna y Nieto citaron de él:
[…]
en el ámbito de la industria farmacéutica, muchos docentes de la Facultad fueron directores de los laboratorios farmacéuticos instalados en el país, en especial los nacionales. Entre otros, recordamos al Prof. J. J. Olivero del Laboratorio Dispert y al Prof. O. González Correa del Laboratorio Ion.
Su papel en el acercamiento de la tecnología farmacéutica al paciente fue destacado por el doctor Cosme de los Santos (otro uruguayo que integró la Real Academia Nacional de Farmacia), en ocasión del XII Congreso de la Federación Farmacéutica de Sudamérica, en 2008. Allí se le citaba en el conjunto de los distinguidos profesores sudamericanos, junto con los doctores Zenón
Lugones; Gilberto Dalesio y Aquiles Arancibia, entre otros. En el centenario de su nacimiento, varios químicos farmacéuticos enviaron esta nota para el homenaje que se le hizo en el Museo Paso de las Duranas:
Sus clases magistrales no sólo las impartía en las aulas, también aprovechaba toda oportunidad en que surgiera un problema dentro del Laboratorio para hacer docencia. Su notable inteligencia asociada a una memoria privilegiada, le permitía tener una acertada respuesta a cada pregunta que le formuláramos y a resolver los desafíos constantes de la industria farmacéutica. Siempre lo sentimos muy cercano, ya que con su bonhomía y sencillez interactuaba con nosotros de igual a igual. Muchos son los recuerdos, las frases que quedaron grabadas, lo que aprendimos, pero fundamentalmente guardamos hacia él un agradecimiento muy profundo por su legado y por el privilegio de las horas compartidas.
8. VOLUNTAD DE HIERRO PARA UNA MAGNA OBRA
Retirado de la facultad, de donde nunca se jubiló (renunció, y su salida no fue acorde a los méritos y carrera), continuó trabajando en Dispert aunque a un ritmo menor. Súbitamente se halló enfermo, y aún en ausencia de sus facultades, pugnaba por dirigirse a su trabajo, con voluntad que estremecía. Hasta principios de junio de 1993 continuó concurriendo a Dispert. Falleció el 31 de julio de 1993. Su pérdida fue muy sentida, de lo que dio cuenta la Real Academia Nacional de Farmacia cuando sus familiares enviaron, por carta, la noticia.
Varios recuerdos de su vida y obra permanecen en el Museo Paso de las Duranas, que funciona en el que fuera su domicilio. Entre ellos, la placa que le entregaron sus alumnos en 1987 (último año de su carrera docente), sus máquinas de escribir, un pequeño microscopio y una antigua balancita, plantillas para dibujar probetas, matraces, núcleos bencénicos y cadenas carbonadas, registro de asistencia a prácticas de Farmacia Galénica (1911 a 1948), así como buena parte de la biblioteca. Quedaron libros de su preferencia como Los cazadores de microbios; Hasta llegar a las sulfamidas; y la Collier’s Enciclopedy (verdadero ícono del saber, símbolo de la cultura universal de principios de los 60), entre otros. Era asiduo lector de la Biblia y de la revista Time.
La magnitud de su obra quedará en los anales de la verdadera historia de la Química en el Uruguay. Fue un pionero y un maestro de generaciones y su figura tiende un puente entre los fundadores; los profesionales que todavía continúan en ejercicio, y los que vendrán. Por aquella vigencia que partía desde los cimientos de la profesión, es que se le consideró en su momento como “el último dinosaurio de la química”. Su preocupación por la ciencia y por la continuidad de la vida a través de su aplicación a la farmacia marcó su trabajo fecundo.
Agradecimientos
El autor agradece a Luis Guastavino Savio, Hugo Pereira, María Isabel Suiffet, Cristina Ramponi, Celia Happel, Eduardo Savio, y Celeste Cerpa por sus aportes al trabajo, y a Fernando Mañé Garzón por la lectura del mismo y el interés demostrado en él.
9. REFERENCIAS
1. Helman, J. Farmacotecnia teórica y práctica. Tomos II; V; VI. Editorial Continental. México, D. F.1981; p/ variable.
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