Anales RANF

Carmen Avendaño López @Real Academia Nacional de Farmacia. Spain 287 parte química, ya que es el resultado de las interacciones entre moléculas y átomos. La herencia, la nutrición, el metabolismo, la transmisión entre las neuronas, la enfermedad y el envejecimiento son química. Incluso nuestros estados de ánimo son química. Pues bien, los agentes de la química son moléculas cuyo lenguaje, a diferencia de otras ciencias, está basado en sus estructuras que, a su vez, son las responsables de su función. La mayor parte de los procesos de regulación bioquímicos son consecuencia del reconocimiento e interacción entre biomoléculas. Los componentes de estas son relativamente simples y en su mayoría tienen bastante semejanza, pero las biomoléculas que originan poseen una gran diversidad en sus estructuras primarias (diferentes secuencias de aminoácidos en el caso de las proteínas, por ejemplo) y secundarias (distintos plegamientos originados por interacciones moleculares). Los procesos de interacción de los fármacos con biomoléculas, que tienen como resultado su actividad terapéutica o sus efectos secundarios, también son químicos, y este modo de acción se aplica tanto a los fármacos tradicionales, con frecuencia denominados “de molécula pequeña”, como a los de estructura más compleja obtenidos generalmente por métodos biotecnológicos (los anticuerpos monoclonales, por ejemplo). No deberíamos hablar de fármacos prescindiendo de un lenguaje químico que nos permita relacionar su estructura con sus efectos. ¿Podríamos entender la genética sin conocer la estructura y funciones del ADN? Es admirable que unas moléculas formadas por elementos relativamente sencillos almacenen una cantidad tan ingente de información. ¿Es correcto aplicar la denominación de fármacos o medicamentos vivos a las terapias celulares? La Medicina Reparadora es una nueva estrategia terapéutica basada principalmente en la manipulación de las células madre o troncales ( stem cells ). Su estudio ha conseguido logros relevantes que están permitiendo entender el desarrollo embrionario temprano y la formación de los órganos, abriendo el camino a su aplicación clínica. Las células madre adultas, conocidas también como células madre específicas de tejido porque son capaces de formar solamente uno o dos tipos de tejido, tienen como misión regenerar tejidos desgastados o dañados, y su utilización clínica forma parte de tratamientos muy diversos con los que estamos familiarizados. En octubre pasado ha sido noticia un nuevo tratamiento que se ha presentado como “el fármaco NC1, un medicamento vivo que se elabora a partir de las células del propio paciente”. Se trata de una suspensión de células mesenquimales troncales autólogas de médula ósea (100.000 células/µL) para inyectar en la médula espinal. Esta terapia está ya aprobada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, y se va a poder utilizar en todo el territorio español para mejorar la calidad de vida de pacientes con determinadas lesiones medulares postraumáticas. Su desarrollo se ha realizado en el Hospital Puerta de Hierro de la Comunidad de Madrid y comenzó hace 25 años, aunque los primeros ensayos clínicos en humanos comenzaron en 2013. En palabras del responsable de dicha investigación: “Esta terapia comienza en el quirófano, donde se extrae médula ósea del paciente. A continuación se trasladan a la llamada sala blanca, una sala con condiciones ambientales especiales para evitar una contaminación externa. En este lugar se separan las células madre y se cultivan para conseguir su multiplicación”. En el trasvase del vocabulario bioquímico inglés- español hay algunos aspectos sujetos a la elección personal, como es el género utilizado en español para el término “enzima”. Aunque durante bastantes años se utilizaba preferentemente el género masculino, incluso por los expertos (¿quizás como corresponde a “fermento”?), el Diccionario de la RAE ha concluido que “aunque se documenta su uso en ambos géneros, es mayoritario y preferible el femenino.” Esta recomendación sigue teniendo poco éxito. Otro ejemplo que tiene relevancia conceptual es la traducción del término inglés drug , que se aplica a fármaco y (menos frecuentemente) a droga. En español estos dos términos no son equivalentes, ya que droga tiene un significado peyorativo (aunque posea efectos fisiológicos su acción no es terapéutica). Además, es frecuente hablar indistintamente de fármaco y de medicamento, términos sinónimos para la RAE, como sustancias que se emplean en la prevención, el alivio o la curación de una enfermedad y en la reparación de sus secuelas. Sin embargo, en términos farmacéuticos y médicos, ambos términos deben distinguirse. El medicamento debe referirse a un producto en el que uno o más fármacos (principios activos naturales o sintéticos responsables de su acción farmacológica que pueden dosificarse con precisión) se combinan con sustancias que no resultan activas a nivel farmacológico (excipientes que ayudan al almacenamiento, transporte y dispensación de los medicamentos). ¿Deberíamos incluir las terapias celulares como NC1 entre los fármacos o medicamentos? Si NC1 se considera un fármaco o medicamento (se ha utilizado también el término cell therapy medicament ), deberían denominarse así los órganos trasplantados, los genes, las prótesis, los stents, etc. ¿O eliminamos de esta lista todo lo que no sea “vivo”? Habrá que aclararlo, pero parece más lógico que estas terapias dejen de considerarse fármacos o medicamentos.

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