Anales RANF

Manuel R. Benito de las Heras ; Francisco José Sánchez-Muniz @Real Academia Nacional de Farmacia. Spain 325 consiguientemente su carrera científica y humana fue marcada por los encuentros a lo largo de la misma. Su primer encuentro fue nacer en el seno de una familia, cuyo padre era médico. De él recibió el primer aldabonazo en favor de la ciencia, En 1954, a los 16 años marchó a Madrid para realizar las pruebas de acceso de Química y Medicina. Ahí tuvo su encuentro con la Medicina y la Química, en el seno de mi universidad durante muchos años, la Universidad Complutense de Madrid. Se decidió por la Química. Pero no olvidó nunca su atracción por la biomedicina: Su segundo encuentro. En la universidad, al acabar tercero, durante las vacaciones de verano de 1958, en Asturias, Margarita asistió a una conferencia que impartía Severo Ochoa en Oviedo. Ahí se conocieron: Su tercer encuentro. Severo Ochoa representaba la síntesis de sus dos vocaciones la Química y la Medicina, la Bioquímica a su más alto nivel. Curiosamente señalo en este homenaje a otro hibrido médico-bioquímico, el Profesor Alberto Sols en Madrid, el pionero y fundador de la Bioquímica española. Margarita desde entonces ya vio con claridad su vocación futura, síntesis de sus dos pasiones de juventud: Investigadora en bioquímica, aunque ella no recibió una formación específica en esa ciencia. En definitiva, aunque ella no estudió Bioquímica, al igual que no lo hicieron Severo Ochoa o Alberto Sols, ambos de formación médica, al contrario de otros que sí tuvimos la oportunidad de hacerlo. Eran otros tiempos. En 1961, Margarita Salas se licenció en Química por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y consiguió entrar a trabajar en el laboratorio de Alberto Sols, pionero de la bioquímica en España: Su cuarto encuentro. Bajo la dirección del profesor Alberto Sols, empezó a realizar su tesis doctoral. Un quinto encuentro se produjo con un compañero de tesis doctoral, Eladio Viñuela, al que ya había conocido en la Facultad, el hombre de su vida con el que se casó en 1963. Sin embargo, aquellos primeros años de investigación en bioquímica los recordaba con sabor agridulce, pues bajo la sombra de quien se convertiría pronto en su marido, Margarita resultaba invisible para el Profesor Alberto Sols. Puedo entender esos sentimientos, pues Don Alberto, sabio despistado donde los hubiera, como profesor no conectaba a veces con los alumnos de primero de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), donde ejerció de Catedrático bastantes años. En el curso 1973-74 fue justo mi primer año en la UAM, con alumno del doctorado, de lo que en 1975 se convertiría en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. Dicho año debuté como ayudante de clases prácticas de los mencionados estudiantes y pude captar el impacto de Don Alberto en sus alumnos, por lo demás tan verdes como yo mismo en aquellos años. Sols era demasiado para todos nosotros. Margarita y su flamante marido emprendieron juntos la aventura de las Américas en el Departamento Científico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York (NYU), en el laboratorio de Don Severo. Pero, cuando regresó a España, en 1967, de cara al exterior, ella volvió A ser “la mujer de Eladio Viñuela”. Consciente de esta situación, el Dr. Viñuela, abandonó el proyecto de investigación que compartían, y separaron sus vidas en la ciencia. Él se dedicó a investigar un virus muy complejo, el virus de la peste porcina y Margarita un virus menos complejo, el bacteriófago Φ 29. A partir del año 1967, se consagró durante gran parte de su vida profesional al estudio de la microbiología molecular. Margarita Salas tuvo una intensa y larga carrera, de hecho es autora de más de 350 publicaciones científicas en revistas o libros internacionales, ha supervisado unas 30 tesis doctorales, es poseedora de ocho patentes y ha impartido alrededor de 400 conferencias. Estas cifras pueden dar una idea del tremendo esfuerzo de investigación realizado por su mente privilegiada. Entre sus numerosos proyectos de investigación y sus mayores logros científicos destaca el descubrimiento y caracterización de la ADN polimerasa del bacteriófago Φ 29 (Phi29). En 1977 había empezado a trabajar en el Centro de Biología Molecular «Severo Ochoa» como Jefa de la línea “Replicación y Transcripción del DNA del bacteriófago Φ 29”. Dicho centro fue cofundado por su marido Eladio Viñuela, junto con los Dres. David Vázquez, Federico Mayor y Antonio

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