Anales RANF

César Nombela @Real Academia Nacional de Farmacia. Spain 228 Fue uno de los mayores esfuerzos, de medios materiales y económicos, que se ha puesto en marcha en España para atajar una emergencia ambiental. Los trabajos de investigación también permitieron constatar la eficacia de muchas de las iniciativas que se tomaron para paliar y corregir lo que pudo ser una catástrofe mucho mayor. La responsabilidad de las instituciones para sostener y apoyar el trabajo de los científicos resulta decisiva en estos casos. Las instituciones científicas tienen una responsabilidad especial en la articulación de los equipos multidisciplinares de expertos, capaces y motivados, para hacer frente a las situaciones de emergencia. Ese es el ámbito para encauzar la experiencia y la iniciativa de los expertos –preservando su libertad e independencia- que den respuesta a la emergencia, aplicando los instrumentos que la práctica científica más avanzada ha desarrollado. Es esta la única forma de que la tarea realizada sea útil y respetada por los gestores públicos al tiempo que lleve la confianza a la opinión pública que conecta muy bien cuando se le transmiten datos y valoraciones con rigor. Las referencias científicas rigurosas deben aparecer nítidamente diferenciadas del contraste entre propuestas políticas legítimas y a veces contradictorias. Será normal que afloren debates y conflictos políticos en situaciones de emergencia. Estos debates podrán suponer con frecuencia propuestas contradictorias, como es propio de una sociedad democrática que exige la presentación de alternativas por las que optar según las circunstancias. Sin embargo, igualmente importante es que las referencias científicas aparezcan nítidas, como única forma de atajar la tentación de la demagogia que puede confundir y perjudicar notablemente la gestión pública más adecuada de las situaciones de emergencia. Estoy firmemente convencido de que la actuación de la comunidad científica en el vertido de Doñana se acerca mucho a lo que debe suponer una respuesta a las emergencias de esa naturaleza. En definitiva, las capacidades investigadoras y las competencias de expertos se volcaron en el abordaje de un problema de importancia social, articulando ese sistema de referencias que necesitamos. La independencia de los científicos permitió plantear con libertad sus análisis y propuestas; la respuesta que articularon las administraciones fue responsabilidad de quienes ejercían el poder en distintas instancias en aquellos momentos. La sociedad española ha vivido en años recientes otras situaciones de emergencia (5) y, sin duda, podrá tener que hacer frente en el futuro a otras nuevas. No siempre la respuesta estuvo a la altura debida, lamento tener que decirlo 4 . Pero todas ellas son experiencias que deben resultar de utilidad para que en el futuro se opte por el modelo de actuación que mejores resultados produjo en el 4 La catástrofe del buque Prestige, a mi juicio, tuvo una respuesta inicial mucho más lenta propiciando una emergencia de conflictos políticos en el seno de la sociedad, con perjuicio notable para quienes gobernaban en España en esos momentos. pasado. Muchas de las crisis vividas en el ámbito mundial ilustran la dificultad para actuar, porque las exigencias no se limitan a la respuesta y seguimiento de las emergencias y problemas que surjan sino que incluso es necesario anticiparlas. Un sistema científico bien articulado tiene en esa anticipación un reto fundamental. Así lo ilustra –en este caso en sentido negativo- la crisis de la “vacas locas” que irrumpió en años recientes en el continente europeo y de la que ya cabría valorar cómo en algún momento ese sistema referencial se vio realmente desbordado, incluso instrumentalizado por el país que la provocó, el Reino Unido. 4. REFERENCIAS CIENTÍFICAS PARA EL PODER EN LA SOCIEDAD TECNOLÓGICA ACTUAL La utilización adecuada de referencias científicas rigurosas, por parte de los poderes públicos, va mucho más allá de las situaciones de crisis o emergencias. Porque la dirección y el gobierno de los estados y de las uniones de estados necesitan acertar en tantas cuestiones que afectan a la vida de los ciudadanos y que condicionan el futuro de su bienestar. La sociedad actual se define por nuevos paradigmas, en los que la interdependencia y la comunicación se plantean en función de los potentes sistemas de información y comunicaciones que la tecnología ha desarrollado y sigue ampliando y perfeccionando. La “sociedad red” tan notablemente caracterizada en la extensa obra del sociólogo Manuel Castells (6) implica globalización y descentralización, las redes no dependen exclusivamente de los gobiernos y los poderes públicos en general. En esta situación surge una organización social flexible, descentralizada, basada en la negociación y la empatía al tiempo que la administración pública se debe caracterizar por la eficiencia y la eficacia (7). Desborda al propósito de estas líneas tratar esta cuestión extensamente. Sin embargo, sí creo necesario señalar que el objeto de este artículo se encuentra afectado de lleno por la situación del desarrollo de estas nuevas tecnologías de información y comunicaciones, a su vez notablemente condicionadas por la competencia entre empresas y gobiernos. Los resultados de esa competición por el dominio de las tecnologías que han de regir la intercomunicación (Internet de la cosas) no son predecibles, pero han de influenciar a la organización social a nivel global 5 . 5 Vivimos en esto momentos una notable competencia entre empresas de los dos grandes bloques, el norteamericano y el chino, por el control de los nuevos sistemas (5G, 6G) así como la comercialización de dispositivos y sistemas de control. Todo ello depende del acceso y la disponibilidad a las materias primas necesarias para la producción de los dispositivos (tierras raras, en especial). Ambos, gobiernos y empresas de los países que se enfrentan en esta competencia, se basan en buena medida en la escala de población sobre la que actuar. Lo que no parece contar para nada es la

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